16.10.06

Sólo una historia de amor




Ella era de familia pudiente. Él, un vendedor de barrio, humilde y trabajador.
Como cada día, ella iba a comprar a la tienda de comestibles en la que él trabajaba. Él la miraba. Ella ni se inmutaba.
Siempre iba vestida con caras prendas de ropa que adquiría en las mejores boutiques de la ciudad y en las que visitaba en sus largos viajes por el mundo.
Por el contrario, el siempre vestía la misma camisa raída por el tiempo y el trabajo.
Un día, ella se fijó en él. Vió lo que nunca había visto antes: un hombre capaz de quererla. Pero el amor que empezaba a sentir por él no era suficiente para ella, pues no era de su condición social ni poseía grandes fortunas como todos sus pretendientes. Para ella el dinero y la fortuna era mucho más importante que el amor.
Él sufría al ver la superficialidad de su amada.
Cada día, cuando se encontraban en la tienda, él intentaba hacerle entender que en la pobreza también se sabía querer, y que no le podría dar riquezas, ni grandes casas, ni caros vestidos... él sólo podía darle su amor y el poco dinero que poseía.
Para ella no era suficiente y un día se fue sin dar ninguna explicación.
Él cayó sumido en la mayor de las tristezas. No encontraba sentido a su vida sin su amada.
Al poco tiempo, ella retornó en los brazos de un rico empresario, pero no era feliz. Tenía una gran fortuna, pero el que compartía su lecho no era su amado.
Cada noche, él y ella se escapaban para besarse, abrazarse, sentirse...pero a la mañana siguiente todo volvía a ser igual: ella lo despreciaba por su pobreza y él sufría en silencio un amor que le estaba matando.
Un día, ella decidió dejar a su marido y fue a buscar a su amor a la tienda, pero sólo encontró una nota de amor que decía: "Mi amada, me voy, no puedo más. Las estrellas ya no saben guiarme y la Luna se ríe cada vez más de mí. No puedo seguir amando a quien no quiere amarme. Te dejo, amor mío. Te amo, pero hoy encontraré mi destino. Siempre te amaré, aunque de ti esté tan lejos que no puedas tocarme. Ya no habrán más lágrimas que caigan en un pozo sin fondo.
Te amé, te amo y te amaré."
Ella ya no podía hacer nada, él había extendido sus alas y se había lanzado al vacío de la desesperación en aquel acantilado que presenció su primer beso.

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