Lo peor: su ignorancia.
Me ignora. Definitivamente, no le importo. He hecho algo que me ha costado mucho de hacer, pero es que era o él o mi integridad mental, porque esta mierda de vida que llevaba no era vida ni era nada. Salía a disgusto día sí, día no, por sus risas, por sus comentarios inoportunos, por todo.
Mi decisión no es definitiva, no sé si por cobardía o por esperanza de que las cosas cambien.
Me hacías daño, no sé si lo sabrás. Intenté no tomarme en serio tus "bromitas" pero es que no podía, me sentía tan imbécil cada vez que te reías, que no podía evitar llorar hasta quedarme dormida entre un charco de desesperación, de humillación, de incomprensión...
Está claro que la amistad es un sentimiento desinteresado, y que si te prestaba ayuda, no tenías el por qué devolvérmela, pero si yo necesitaba que me escucharas, me hubiera gustado que lo hubieras hecho, y no que me hablaras del partido de fútbol.
No creo que esto te importe para nada, ni siquiera sé si lo leerás, tampoco sé qué has pensado al leer el mail que te he mandado...
No quiero volver a dedicarte un post, no quiero que este blog se convierta de nuevo en el epitafio que rezará en mi tumba.
No podía más...
Acababa de aprender a quererte como amigo, pero es que me hacías daño...sólo seguí tu consejo... y ahora no queda nada... más que sangre inherte por mis venas...
